miércoles, 15 de abril de 2009

Anari


Anari es una mujer dura y que sin embargo juega con su fragilidad. Sergi alguna vez la ha comparado con una "loba herida". Yo trato de imaginarme qué clase de Rómulos y Remos puede haber amamantado. Anari es más rockera, más de cuero y rasga que Saioa. Sus ojos desprenden una avidez erótica, una ternura afelpada, un ansia de conocimiento a través de la caricia, no del desgarro. Sus letras, absolutamente impresionantes, demuestran que Anari vuela con aire de poeta, pero su vuelo no es airoso, espectacular, sino a ras de suelo, cuando no subterráneo. Muchas de sus canciones duelen. Y cuando, en directo, fusiona el tema "Gu" (que cierra magistralmente su disco "Zebra", mezclando trozos de las letras de todas las canciones en una especie de suite de despedida) con el "Aintzinako Bihotz" de Mikel Laboa, los pelos se nos ponen como escarpias.

Anari, además, tiene un pelazo que ella mueve y remueve como los hilos de un mundo en blanco y negro, dolor y vida, hambre y cebolla. Anari ríe y ensancha el aire, sabe y no se deja engatusar, viene de vuelta de tantas cosas.

Transcribo una de las canciones que más me gustan de Anari. Se llama "Aingura Hegodunak", es decir, "Anclas aladas". Podéis escucharla aquí:
http://www.myspace.com/anarizebra

Erori banaiz ere,
gorantz erori naiz
nola urazalaratzen
arrainak hiltzean.
Oroimena da orain
urperatzen nauen beruna.
Ametsa, berriz,
gorantz naraman zama astuna,
aingura hegoduna.

Erortzeko beldurrez garelako
eusten diogu elkarri.
Oinez ikasi orduko,
hegan egiten ahantzi.
Ta zu zara orain
urperatzen nauen beruna.
Beste dena, berriz,
gorantz naraman zama astuna,
aingura hegoduna.

Baina erortzen bagara ere,
amets berriei helduz
gorantz erortzen gara.
Arrain hilak bagina,
hondoratu ordez
urazalaratzen gara.
Gorantz jaitsiko gaituen
aingura hegodun horri eusten
eusten gara.

Aunque me haya caído,
me he caído hacia arriba.
Como los peces que afloran a la superficie al morir.
Los recuerdos se han vuelto plomo,
plomo que me ancla al fondo de mí misma.
Los sueños, pesada carga que me eleva,
Un ancla alada.

Nos abrazamos porque tenemos
miedo a caernos.
Al aprender a caminar,
nos olvidamos de volar.
Te has convertido en plomo que me hunde
mientras todo lo demás
es el peso que me eleva.
Como un ancla alada.

Aunque caigamos,
cogidos a los nuevos sueños,
caemos hacia arriba.
Como si fuéramos peces muertos
que en vez de sumergirse
afloran a la superficie.
Agarrados a ese ancla alada
que nos hundirá hacia arriba.




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