domingo, 2 de noviembre de 2008

Cuando no nos entendemos

Absolutamente increíble. En dos partes.



Solo quiero caminar


Agustín Díaz Yanes ha vuelto a los fueros de su primera película, "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto", como el que regresa al pueblo natal después de haber fracasado en la gran ciudad. Se ve que la somanta de ostias recibidas primero por "Sin noticias de Dios" y después, no siempre con justicia, por "Alatriste" (película de dificil defensa ya que a los muchos momentos de gran cine le acompañaban decisiones de imposible argumetación) le han llevado a refugiarse en lo que sólo aparentemente parece una táctica conservadora de intentar la secuela de un gran éxito. Retoma no sólo al personaje protagonista de aquélla, Gloria Duque (Victoria Abril), en ésta un fleco secundario de la historia principal, sino sobre todo una forma de contar y de rodar que no se ve a menudo en el cine español.

La principal característica de la película es su frialdad, la construcción de un estilo narrativo que avanza hacia adelante, como dice el título, sin volverse atrás, apostando todo a la última carta, logrando una coherencia inédita en nuestras pantallas, además de una contundencia narrativa y moral sorprendente. La película no es perfecta. Huele a montaje desesperado en algunas ocasiones, a escenas enteras eliminadas para evitar sobrepasar largamente las dos horas de duración. Cierto que apuesta por una narrativa dificil, plagada de saltos en el tiempo y de elipsis maravillosas que desprecian el golpe de efecto facil y hacen avanzar la historia de una manera suspendida e ingrávida, centrándose en los personajes, en momentos que no cuentan tanto pero dicen muchísimo, mientras que las escenas informativas, necesarias en todo "thriller" criminal, se reducen a la mínima expresión, confiando (a veces demasiado) en la capacidad de averiguación a posteriori del espectador. Pero ésto que es lo mejor de la película, a veces se resiente y muestra unos desequilibrios que quizá estén solventados en el "director's cut" que estoy seguro de que existirá.

Pero sobre todo "Solo quiero caminar" es una historia contada por un director, que se vale de todos sus recursos para llegar al espectador. El principal, la cámara, después, los actores. Por fín vemos a una Ariadna Gil espléndida, en el papel de su carrera, una mujer destruida que no permite que el viento lleve sus cenizas, que sigue caminando aun teniendo la cara llena de sangre, que expresa una fortaleza impresionante, y que encuentra en Diego Luna (espléndido también) la pieza que le faltaba para sentirse un poco más completa. Los momentos en los que estos dos actores están juntos en escena son de una caligrafía electrizante, de lo mejor que se ha visto en los últimos años. Acompañándoles, la larga lista de rostros encabezada por José María Yazpik en el papel de malo guapo rico y bastardo, Pilar López de Ayala, aquí una joven aprendiz de mujer dura, Elena Anaya, con una belleza dolorosa, y Victoria Abril, la única un poco sobreactuada (y con un aspecto realmente demacrado), ofrecen momentos de espléndida interactuación. Y la banda sonora, un estimable esfuerzo por parte del director de emplear la cultura musical de España y México de forma entrelazada, contrapuntística, además de expresionista, muy a la manera de Scorsese.

Por momentos dura hasta rebasar lo tolerable (a veces con y otras sin sentido), pero sobre todo poética como las grandes historias de luchadores que arrastran la sombra del fracaso con dignidiad, sólo puedo recomendar el visionado de esta película irrgular pero imprescindible, guía para un cine español que deambula como vaca sin cencerro.