jueves, 29 de abril de 2010

Babel (¿viene de babia?)

Impresionante espectáculo el que se ofreció ayer mismo en el Senado, un lugar al que deberíamos ir todos de vez en cuando a pasar un buen rato. Se debatía la propuesta presentada por 34 nacionalistas para incluir en el funcionamiento de la Cámara un sistema de traducción simultánea que permitiera a los senadores intervenir en cualquiera de las cinco lenguas co-oficiales que existen, siempre por el momento, en España: el castellano, el catalán, el valenciano, el gallego y el euskera. Los nacionalistas necesitaban el apoyo de los cien votos del PSOE para sacar adelante la propuesta de debate contra los 122 del PP y UPN. Por supuesto, el PSOE, personificado en la inefable vicesecretaria general, Leire Pajín, dio sus votos a favor y lo que hiciera falta.

Este asunto puede parecer de una pequeñez insignificante, porque en parte lo es, como problema tiene una talla XS dentro de las preocupaciones del país. Salta a la vista que se trata de una medida más “sensible” que “necesaria”, es decir, no encaminada a solucionar un problema real de comunicación o entendimiento (como ocurre en los foros internacionales como la ONU, utilizado como ejemplo por los partidarios de la propuesta) sino a satisfacer las exigencias de determinadas “sensibilidades” políticas. Está claro que un senador vasco puede comunicarse con el resto de sus colegas empleando el idioma común de todos los españoles (se presupone que ningún senador puede ocupar su representativa butaca sin un mínimo dominio del idioma de Delibes), pero como se trata de una Cámara Territorial, se considera más propio, literalmente “más democrático”, permitir a los senadores utilizar cualquier idioma, quizá para que se sientan más cómodos, felices, a falta sólo de sus babuchas, su batín y la copa de coñac para sentirse como en casa. Todo el mundo puede reconocer que es un gesto muy de cara a la galería, como la imposición de una medalla o el protocolo de un besamanos regio, de una trascendencia más simbólica que práctica. Y es a estos símbolos a los que debemos temer, porque parecen inocentes, inocuos, mansos, pero en realidad (y más bien en la superficie que en el fondo) denotan el légamo de gravísima idiotez en el que se hallan enfangadas gran parte de la clase política y la ciudadanía de este país.

En lo que merece la pena detenerse es en las argumentaciones empleadas por el núcleo nacionalista inspirador y promotor de la medida. Leo en El Mundo: “Varios portavoces nacionalistas, como Jordi Vilajoana (CiU) o José Manuel Pérez Bouza (BNG), invocaron (…) la normalidad del Europarlamento para explicar que no ocurriría nada porque esa imagen se trasladara a España: ‘¿Qué dirían ustedes si en el Parlamento Europeo sólo se pudiera hablar en inglés? ¿Qué dirían ustedes si no se pudiera hablar en español?’, espetó el senador gallego a los populares”. Debemos suponer, por tanto, que para Pérez Bouza, un eurodiputado español no-angloparlante (que ya tiene cojones), que necesitará sí o sí de una traducción simultánea para poder intervenir en las discusiones, es equiparable a un senador gallego rodeado de colegas hablando en español. Se podría aducir que también en Europa se ha optado por este sistema para respetar el derecho de cada país a emplear su propio idioma, sin tener que pasar por el embudo inglés, es decir, una concesión al orgullo patrio de cada cual, pero en ese caso estaremos equiparando el inglés o el francés o el alemán o el español al gallego, el catalán, el valenciano o el euskera. O mejor dicho, estaremos nivelando a Galicia, Cataluña, Valencia o el País Vasco con Francia, Reino Unido, Alemania o España. Y aquí ya pinchamos en hueso, o entramos en la verdadera materia del asunto. Como vemos, la supuesta insignificancia del episodio queda ya en entredicho. Hay que tener cuidado con las cosas que se apoyan porque pueden estar trufadas por dentro. ¿O es que, acaso, el apoyo también se extiende al relleno?

Miquel Bofill (ERC), por su parte, aseguró que la propuesta “está hecha a favor de la pluralidad y la democracia” y que “no va contra nada ni nadie, sino a favor de nuestras lenguas y del castellano, que no se merece ser una lengua impuesta”. Ciertamente el castellano, o el español, (al que el senador catalán no incluye entre “sus” lenguas) no se merece ser una lengua impuesta, pero al parecer el euskera, el catalán, el gallego, el valenciano sí que lo merecen. Lo merecen o lo necesitan. Porque, ¿qué sería de ellos sin una administración nacionalista que vele por sus cuitas? La respuesta, por supuesto, varía según el idioma del que hablemos, porque las tradiciones de cada uno son diferentes, su fortaleza es distinta, su historia literaria también. El proceso de implantación de estas lenguas, y sobre todo, la historia política de cada región, han provocado diversas formas de instrumentalización de las lenguas, su utilización como armas arrojadizas de naturaleza política, más que cultural. Ya está bien con Franco y su prohibición de todo desarrollo cultural vernáculo a excepción del carpetovetónico. Todos conocemos esa historia pero también otras muchas similares de pueblos que ni siquiera sojuzgados por peores totalitarismos o expuestos a más contundentes imposiciones han permitido la desaparición de sus más constitutivas esencias. Si el euskera tiene problemas de implantación en la vida moderna se debe al euskera y no a la vida moderna, y mucho menos al castellano o español. Si Agurtzane, Oriol o Breogán tienen serias dificultades para entender el castellano, no es porque Franco impidiera bautizar con esos nombres a sus tías las del pueblo. Hablo de la realidad, no de las contingencias. Franco fue una contingencia. Y, en todo caso, muy posterior a la realidad de la que hablo.

Juan VanHalen, portavoz del PP, responde: "España no es un estado plurilingüe", sino que "son bilingües algunas de sus comunidades". Aquí, que algunos ya estarán viendo un ataque a la pluri/multi/manidad de esa cosa innombrable que formamos sin querer, como si fuera el chorongo de una sentada, las diferentes regiones soberanas de la península, lo único que se recalca es que el idioma del Estado es una cosa y los idiomas del país una muy otra. "Los senadores deben hablar la lengua oficial de España porque representan a la totalidad del pueblo español, les guste o no". Esto es responder con las mismas armas: ¿no hablan de un gesto simbólico? Para gestos simbólicos cabe el principal, el que recuerda, porque haría falta, que el Senado, como el parlamento, representa a toda España, pero no tanto porque (y para que) estén todos (uno más otro más el de más allá), sino por re-presentar la "totalidad", concepto que, por supuesto, suena a violines herrmannianos en los oídos de los independentistas, los federalistas y los travestis del PSOE.

Miren Leanizbarrutia, una morroska divertidísima del PNV, defendió la propuesta porque España es un “estado plurinacional” (claro) y dijo (atención): “Soy una vasca várdula que tiene como idioma materno la lingua navarrorum, vasconesi navarrorum. Gracias a los que apoyen la petición de esta vasca várdula, porque me debo a mis ancestros”. Impresionante. Lo cual no impidió que acto seguido tildara de “posturas anacrónicas” a la oposición del PP y UPN. Por supuesto, todo ello en correcto castellano.

- Vosotros los españolistas siempre hacéis esa puntualización, se ve que no se os ocurre otra.

- Pero es que es verdad.

- Precisamente. Mientras no se apruebe esta medida estaré obligada a expresarme en castellano para que los demás me entiendan.

- Que una vez aprobada ya no importa tanto si le entienden…

- Una vez aprobada el que quiera podrá, tendrá derecho y herramientas auxiliares para manifestarse en el idioma que prefiera.

- Pero yo siempre me he preguntado por qué viven ustedes tan mal eso de hablar en español, o castellano, si le parece una palabra menos brusca. Parece que cuando lo hacen estuvieran sufriendo, como si su orgullo de raza o su libre albedrío claudicara, cediera posiciones.

- Tampoco hay que exagerar. Pero sí que nos cuesta.

- Dar un beso a alguien más bajito también cuesta un agache.

- No es un sufrimiento pero sí una renuncia.

- Coño, pero es que si quiero ir al cine no puedo ir al monte. Todo es una renuncia. El problema es qué parte de mi esencia como persona considero que comprometo cuando renuncio a una cosa o a otra.

- Tú no tienes problema porque te sientes español.

- Que es como decirme que no me duelen las amígdalas porque me las quitaron cuando era niño. Pero no me vas a hacer creer que sería mejor que me dolieran. Debo entender que tú no tienes problemas porque te sientes várdula, ¿o tienes problemas precisamente porque eres várdula? Por cierto… ¿dónde has aprendido a sentirte várdula?

La várdula vasca me sonríe y retira sus puentes de diálogo porque “no me vas a convencer y no te voy a convencer”, la frase/truco de siempre para imponer un ficticio final en “tablas” donde no hay más que una victoria y una derrota. Imagino este tipo de diálogos porque los he tenido constantemente y los seguiré manteniendo años y años y años. Hace poco me decían que sería más feliz si no me enfrentara a tantas cosas. Creo que es una hipótesis más que plausible, exactísima. Ahora bien, si tengo que elegir entre ser infeliz o ser un idiota…

P.D.:

(Babia: apartada comarca de la provincia de León, en España (...) Durante la Edad Media, al parecer, abundaba la caza en ese lugar y los reyes de León lo eligieron como punto de reposo, particularmente para alejarse de los problemas de la corte, complicada con las intrigas palaciegas de los nobles (...) Estas ausencias del rey motivaban a menudo la inquietud de los súbditos a quienes, cuando preguntaban por él, se les respondía evasivamente que el rey estaba en Babia.)

2 comentarios:

  1. cuando el dinero no es de uno, qué fácil resulta derrocharlo, porque de eso se trata más que nada. Como paga "el ente", venga, traductores para todos. Tiene que ser curioso ver un Anasagasti de turno hablando en español (por esto de que no tiene ni idea de euskera aunque él y su partido lo exijan a los demás), y a los de su mismo partido (PNV) sentados al lado con los cascos puestos a la espera de la traducción al euskera, y así enterarse de qué demonios está diciendo...

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