lunes, 9 de marzo de 2009

Saioa


Lo primero que tiene Saioa es honestidad. Le bastan sus manos y su garganta para apoderarse del escenario, silenciar murmullos y someternos al metrónomo de sus latidos. No hay efectismo, no hay pose, sólo su música, directa, híbrida, jugosa de matices como el sedimento de un río viejo de aguas todavía cristalinas. Sus canciones son rotundas, definidas, se dibujan finas y delicadas como una inadvertida tela de araña a la que una luz cenital le sacara brillos de diamante. Y en parte son telas de araña hechas de hielo, frágiles al tacto, catedralicias a la distancia. Sus canciones son un lago congelado por el que Saioa se desliza patinando, hiriendo la superficie de espejo con la sutileza brutal de dos cuchillas de acero, sus palabras, nunca edulcoradas ni afectadas, trapecistas en el abismo del folk autocomplaciente. Hablan de instantes de congelación, de hendiduras de cuchillo que en algún momento detuvieron la sangre de Saioa y helaron sus pulmones dejándolos como árboles de navidad de una serena tuberculosis. Uno imagina a Saioa escribiendo sus letras a bocados, lenta, laboriosamente, como quien modela una selva de estalactitas, témpanos de verbo que estallan en un incendio interno y pintan de rojo las estancias. Porque su música, como el hielo, abrasa, quema. Su forma de jugar con las palabras, su búsqueda de una poética incisa, sus juegos melódicos, el intercambio de registros en su voz, todo en Saioa respira naturalidad, es amoroso y letal como una chimenea, tan sin trampa como el hilo que conecta la muela enferma con el pomo de la puerta. A tirones secos, tensando y destensando esa flor de arrugas que es el puño de un niño, su voz y sus manos flotan, calan, vertebran una historia, una mirada horizontal que tiene mucho de ella misma y casi más de todos, rozando esa melodía eterna que no cesa ni puede cesar. Uno escucha a Saioa y enciende el supercinexín que lleva dentro, las imágenes nacen y mueren al compás de ese tempo de baile, de ese ir y venir de las estrofas, esa seducción de las corcheas y los adjetivos. Allá va Saioa, con sus largas piernas y su cerviz humillada, como un majestuoso flamenco con jersey de lana, flotando sobre un lodazal que cruje y se resquebraja a su paso lento e imperceptible.


Trapezioan
(En el trapecio)

Ez esan, ez, maite zaitut
Ez jolastu hitzekin arren.
Ezpain hoietan hiltzen zaizkizu
Ez dira deus, ez dira deus.
Tren geltokian nahi zaitut
Nik eskatu gabe, tunelari so.
Desiraren beldur, bihotza eskuan,
Hiztegirik gabe, hiztegirik gabe.
Giltzapean duzu arima sutsua
Hitzen armaduratik askatu behar duzu.

(No me digas, no, “te quiero”
No juegues con las palabras, por favor
Se te mueren en esos labios
No son nada, no son nada.
Quiero que estés en la estación del tren,
Sin que yo te lo pida, frenando al túnel
Con miedo al deseo y el corazón en la mano,
Sin diccionarios, sin diccionarios.
Tu alma fogosa está encerrada bajo llave
Debes liberarla de la armadura de las palabras.)

Ahaztu azukredun hitzak
Nahiago dut begitan duzun gazigozoa
Misterioak zuganatzen nau
Eraman nazazu ezbaiko sokara
Trapezioaren beldur nahiz, beldur nahiz,
Baino igo nahi dut, igo nahi dut.
Badakit eror naitekela
Baina berdin dio, berdin dio.
Hegohaize lurrikarak,
Loreak eta arantzak
Egiatasun osoz erakutsi iezaizkidazu.

(Olvida las palabras azucaradas,
Prefiero el agridulce de tus ojos,
El misterio me lleva a ti,
Llévame a la cuerda de la duda.
Tengo miedo del trapecio, tengo miedo,
Pero quiero subir, quiero subir.
Sé que me puedo caer
Pero me da igual, me da igual.
Enséñame de verdad
Los terremotos de viento sur,
Las flores y las espinas.)


Saioa cantando "Trapezioan" en el concierto del Fotomatón (07/03/2009). Sentados en el suelo, my bruda and Peibol:


Saioa cantando su "Matrioska Heart":



http://es.myspace.com/saioasounds

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