miércoles, 10 de diciembre de 2008

El silencio


El otro día llegábamos a Madrid de madrugada, como quien dice, y un taxi muy esperado nos trajo a casa. El conductor era de los que apetecen hablar a todas horas y a toda costa. Nos pilló el acento vasco o lo que fuera y se puso directamente a hablar de los vascos más vascos de entre todos los vascos, de Ellos, claro. Incendiado por el último asesinato, pero sobre todo por lo que él llamaba "la cobardía de los que miran y no hacen nada", el taxista se preguntaba "¿cómo es posible que estén matando y que nadie salga a la calle a hacer algo?".

Hay veces en que uno coge un taxi y el taxi le lleva a dar una vuelta por las calles. Hay veces que son calles de fantasía, calles de Serrano o calles de Philadelphia, calles como de queso suave y blanco, lechoso e insípido. Pero hay veces que el taxi trepida por sobre adoquines y te vas despertando a saltitos bruscos y amantes, como un niño que llega tarde al que su madre despabila. Hay que montarse en estos taxis de certezas y verdades como puños, de puños como adoquines, que te echan el aliento de sus opiniones, fuertes y cerradas como olor a bodega, como el rastro suave del vino tinto en esos besos de madrugada que suele dar el que vuelve tarde al que se quedó dormido esperando. El taxista nos buscó las cosquillas que no teníamos, se mostró brutal y directo, demasiado, pero al taxista no le faltaba razón. Uno se sube al taxi si quiere y aguanta la borrasca como puede. Pero no pude dejar de pensar en lo que dijo, en las muchas veces que lo he pensado y en las pocas en que me he incluído a mí mismo dentro de ese "grupo de personas que ve lo que está ocurriendo y no hace nada".

Este verano leí un libro fascinante, aunque fuera tan breve y introductorio como una mera recopilación de reseñas a otros libros, titulado "Descifrando cenizas" de Beatriz Martínez de Murguía, un mini ensayo sobre la conducta de los pueblos que son testigo de genocidios, sobre la culpabilidad de los que no se involucran activamente ni en el exterminio de disidentes ni en su defensa, sobre ese tercer estamento de la neutralidad, de la tan cacareada imparcialidad. Los que ni siquiera mostraron gestos de compasión ante los antes amigos judíos que ahora, repentinamente, no podían andar por las aceras, tenían prohibida la entrada a los parques y los cafés que ayer mismo visitaban o se veían despojados de sus casas y pertenencias para acabar superpoblando un estercolero humano llamado gueto. ¿El silencio es cómplice? ¿La inactividad, el mirar hacia otro lado, el hacerse el no enterado, es otra forma de culpabilidad? Como en todo, hay grados. Se puede ser benevolente, como muchos de los judíos supervivientes, que atestiguaron en sus diarios la enorme significación en aquellos momentos de simples gesto de respeto y condolencia por parte de ciudadanos , el apretón fugaz de dos manos crispadas al abrigo de una esquina oscura, la caída de ojos de la vergüenza en un rostro atenazado por el miedo, el simple susurro de cuatro palabras afectadas aprovechando el cruce de una calle, gestos mínimos que no convierften a quienes los hicieron en héroes, pero al menos los salvan de la más directa condenación. Pero se puede ser estricto y considerar entonces que todos, yo y el taxista, quizá no estemos haciendo lo suficiente.

¿Qué? ¿Quién? Decían en "Shock Corridor", impresionante película de Sam Fuller: "Cuando Dios quiere destruir a alguien, primero lo vuelve loco". Entiéndase locura por cordura incorrecta.

(Foto sacada de diegothegenerprox.files.wordpress.com.)

3 comentarios:

  1. Hola, soy la autora de "Descifrando cenizas", que comentas en tu blog. Me alegro de que te gustara el libro, aunque no sé si estoy muy de acuerdo con que sea una "recopilación de reseñas de otros libros"... jeje; creo que es algo más que eso, pero respeto tu opinión. En cualquier caso, creo que mi objetivo al escribirlo se cumplió con la lectura que ofreces de "Descifrando..."; de eso se trataba, de que nos pusiera a pensar en nuestros propios comportamientos y también, por qué no, en cómo hubiésemos actuado nosotros mismos en una situación tan dramática como la persecución de los judíos por los nazis. ¿Habríamos sido capaces de actuar como los ahora reconocidos como "Justos" por su valor, coraje, empatía y solidaridad hacia los judíos?
    Un saludo

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  2. Estimada Beatriz,
    Acabo de leer que me dejaste un post en la entrada de mi blog en la que citaba tu libro. En primer lugar, muchas gracias, ha sido una sorpresa totalmente inesperada y feliz. En segundo lugar, te pido perdón. No quise nunca reducir tu libro a una mera recopilación de reseñas de otros libros, y si consideraste que infravaloraba tu trabajo sin duda se debe a mi total incapacidad para expresar lo que realmente pienso.

    Leerlo fue una sacudida y al mismo tiempo me produjo una gran felicidad porque considero que presenta una visión necesaria y trágicamente casi inédita en el análisis político y ético de la sociedad no ya vasca sino española actual. Además me sirvió como trampolín para lanzarme a leer los diarios de Victor Klemperer, la recién editada "El vértigo" de Eugenia Ginzburg y la triología de Primo Levi. Tu libro cayó en mis manos después de leer "Sefarad" de Muñoz Molina, una pura pero feliz coincidencia.

    No sé cómo agradecerte, como lector y ciudadano, además de como paisano, tu trabajo y simplemente espero que no pienses que cometiera un acto injusto de reduccionismo al menos intencionadamente.

    No he sabido de qué otra manera contactar contigo. Espero que aunque este blog que he encontrado lleve tiempo sin actualizar (eso me ha parecido al menos) puedas algún día pasar por aquí y encontrarte conj este mensaje dentro de una botella, algo así como el tuyo en mi blog.

    Mis mejores deseos y, no sé, un abrazo muy, muy grande.

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  3. Estimadísimo Mundo Menguante: a ver si te llega este comentario mío porque antes te he contestado al que dejaste en mi blog (bueno, mi proyecto de blog olvidado) y no sé a dónde lo he enviado... quizás sí, al verdadero "mundo menguante", pero ¿dónde quedará eso????

    Te agradezco de nuevo tu comentario sobre "Descifando..." y en ningún caso pensé que tu propio comentario minimizaba el libro; en cualquier caso, hubieses estado en tu derecho y, como te escribí en mi primer post, respeto absolutamente tu opinión, favorable o no. Pero aclarado todo, te doy enormemente las gracias por tu elogio, pero sobre todo por haber tenido el interés en leerlo. Como autora me siento resarcida y muy compensada.

    A fines de este mes sale mi nuevo libro sobre la vida en el gueto de Varsovia, quizás te interese y, en cualquier caso, me interesará mucho conocer tu opinión sobre el mismo.

    En mi otro post te enviaba mi email por si quieres contactarme a través de ahí y que sigamos intercambiando ideas: es bmmurguia@gmail.com También estoy en esa cosa rarísima llamada "facebook".

    Un fuerte abrazo,

    Beatriz

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