lunes, 6 de septiembre de 2010

Asimilando


Uno ya no sabe si la indiferencia con la que la gente parece haber acogido la última declaración de alto el fuego de ETA se debe a las pocas esperanzas que realmente inspira o a un acto de emulación de la cautela académica y oficial con la que han reaccionado los políticos. No es que me sorprenda pero al menos sí que esperaba oír comentarios durante el desayuno. La gente está ocupada con otras cosas. No es de extrañar que esto, como todo lo relacionado con los mártires vascos, produzca hartazgo y hasta rechazo. Pero una cosa es no querer pecar de un exceso de optimismo y otra muy distinta pasar por alto la importancia real de este acontecimiento. Después de leer el comunicado que ayer se difundió a través de la cadena BBC y en virtud a una exclusiva concedida a un célebre periodista inglés que se precia de conocer en profundidad el conflicto, no he podido resistir la tentación de comentar algunos de sus aspectos así como de compartir con los posibles lectores de este lunático rincón virtual ciertos fragmentos que, no por conocidos deberían dejar de llamar la atención. Todo español ha podido tener acceso al comunicado al menos a través del periódico EL PAIS, que publica hoy íntegramente la traducción al castellano que a su vez facilitó ayer el diario afín GARA. El texto, que llama la atención en primer lugar por estar muy mal escrito, revelando una pobreza gramatical y semántica notoria y muy significativa, no deja de ser un ejemplo más de esa literatura política que altera la realidad de forma directa y desvergonzada, demostrando que la mejor o quizá única manera de hacer creer a los demás la existencia de algo inverosímil es obviar la propia inverosimilitud. Pero además de lo previsible encontramos una serie de referencias o ideas, pobremente expresadas, que no pueden pasarse por alto sin suscitar al menos una breve reflexión en todo ciudadano que se preocupe mínimamente por la colectividad en la que vive y sus circunstancias, es decir, este país al que estamos indefectiblemente condenados y cuyo destino no puede estar más en juego. El pasaje que en concreto más me ha impactado es el siguiente. Insto a sopesar el significado y el propósito del empleo de todas y cada una de sus palabras:

"Ha transcurrido ya medio siglo desde que ETA organizara a los ciudadanos frente a la estrategia salvaje de negación y aniquilación del pueblo vasco y, con las armas en la mano, se empeñara en la lucha en favor de la libertad. Desde entonces, son cientos los hombres y mujeres que han traído a esta organización su ilusión y pasión, lo mejor de ellos mismos. Ciudadanos comunes que generación tras generación se han unido desde diferentes procedencias tras un mismo objetivo: el País Vasco y la libertad. La lucha a favor de la libertad del pueblo vasco ha guiado siempre la actuación de ETA y, pese a todas las dificultades, seguimos manteniendo esa responsabilidad. Con humildad pero con determinación, con la ambición de ganar. El pueblo vasco lo merece".

Palabras a mi modo de ver duras, terribles, que me llevan a pensar en el hipotético panorama de un futuro ciertamente posible, lo que no significa inmediato ni seguro, en el que la rama política del independentismo esté sentada en las instituciones participando activamente, mano a mano, del juego constitucional, con el único objetivo de dinamitar esas mismas bases constitucionales de forma similar a como lo están haciendo los catalanes. No podemos olvidar que, de seguir las cosas por el camino que parecen estar tomando, puede llegar el día en que estos señores estén sentados en el gobierno autonómico: señores que han dedicado toda "su ilusión y su pasión" en la aniquilación física del adversario político. Las ganas que compartimos casi todos de que, empleando los espléndidos eufemismos de los periodistas y políticos, "cese la violencia" y ETA "abandone las armas", no debería engañarnos sobre las características del futuro que nos espera. Ciertamente es peor una bomba o un tiro en la nuca que un Pacto del Tinell, por poner un ejemplo, pero peor en un sentido moral y humano (o humanista), no sé si político. Quiero decir que cuando ETA haya entregado las pistolas, bajo la supervisión de algún cura irlandés, el peligro no habrá desaparecido; menudearán los atentados silenciosos, los atentados políticos, que está visto serán asimilados, aceptados, tragados por la mayoría de los ciudadanos, a cambio de no regresar a los tiempos oscuros. Cuando ETA, correctamente maquillada y en connivencia con el independentismo conservador, esté exprimiendo al gobierno español el jugo de los beneficios de los cincuenta años de fascismo e intoxicación, corremos el peligro de tener la partida irremediablemente perdida por el simple hecho de que todos preferiremos que nos metan el dedo hasta lo más profundo del culo antes de que vuelvan las descargas de pólvora y la metralla.

¿Quién habrá ganado la batalla? Ya hay gente encantada con que en las calles de San Sebastián no se vean pancartas y carteles proetarras (no pongo en duda la importancia de este hecho feliz: la situación en Euskadi es tan terrible que algo tan superficial como que finalmente se esté aplicando la ley eliminando de las calles todo rastro de apoyo propagandístico es casi un milagro). Ahora uno puede pasearse por lo viejo y constatar que lo único que puede producir arcadas es el olor a orina. Poco menos que la Arcadia en vías de cristalización. Ya sólo falta la ausencia de asesinatos. Entonces todo será perfecto. La gente vivirá en armonía y los turistas llenarán los hoteles, Bob Dylan volverá a dar (sin saberlo) un concierto a favor de la paz en la playa de la Zurriola, habrá fuegos artificiales y helados, Euskal Jaiak en septiembre, regatas en la Concha, sidrerías de a 100 euros el cubierto y excelentes quesos de oveja latxa y hasta es posible que el cambio climático aporte su granito de arena y en el País Vasco deje de llover. ¿Quién osará levantar queja ante semejante paraíso terrenal? El energúmeno, el carca, el fatxa que no haya sabido o no haya querido adaptarse a los tiempos y persista en su guerracivilismo con la intención de profundizar "en la división y la desmembración del País Vasco" (palabras del comunicado). Ser anti-nacionalista habrá perdido la justificación que hoy todavía se le concede, mientras existe la "violencia". ¡Qué miedo da pensar que en la cabeza de muchos se conciben perspectivas en las que no existe "la violencia"! Para olvidar todo recuerdo de la existencia de los vertederos al ciudadano medio le basta con que el concejal de turno desvíe la ruta del camión de la basura.

No soy optimista, pero no porque no crea en la voluntad de "pacificación" de unos y otros, sino precisamente porque creo en esa voluntad, y en que los tiempos están demostrando que se puede conseguir mucho más de forma civilizada y "democrática" que a la manera revolucionaria. ¿Qué sentido tiene perpetuar el pasamontañas cuando bastan las gafas de pasta de montura divertida? Los que ahora no somos bienvenidos por nuestras opiniones tampoco lo seremos en ese futuro posible, no sé si inmediato, pero ciertamente visible ya en lontananza.